Tareas de primavera en la finca

Tal y como dice Pepe Raventós, “hacer un gran vino es una tarea más fácil de lo que a menudo pensamos”.

Y todos sabemos que el vino se hace en el viñedo y que en el viñedo es donde empieza todo, pero quizás no somos conscientes – o lo suficientemente conscientes – del trabajo que hay detrás, de todo lo que el campo conlleva.

En casa, la de la viticultura es una tarea apasionante ligada a palabras claves como tiempo, añada, animal y hombre. Para nosotros – hombre – el viticultor acompaña todos estos conceptos, cada decisión que toma es crucial y, al final, es tan importante lo que hace como lo que deja de hacer. La huella del viticultor es clave.

El calendario de trabajo de la viña es la parte más artesanal y tradicional en la elaboración de un vino. El del viñedo es un trabajo circular, que cada doce meses se repite y donde nunca se para; donde la madre natura y la planta tienen tanto por decir como la mano del viticultor.

En la finca, nuestros viticultores: Joan, Lluís, Juan, Josep y el numeroso equipo de Baena, son el principal motor de todo lo que después acaba pasando en bodega; su amor por la tierra y los animales, los hacen las personas idóneas para aplicar la viticultura biodinámica en nuestra finca.

Todos ellos, durante el año cuidan como nadie nuestras viñas. Vigilar el crecimiento, gestionar bien el trabajo del suelo para tener una buena estructura y un buen equilibrio de competencia de agua entre cepa y hierbas en verano, prevenir hongos y/o enfermedades fúngicas y vendimiar en el momento oportuno, son algunas de las más importantes tareas del viticultor.

Sin querer caer en el olvido de trabajos como estos, nos gustaría, en este post, ya a las puertas del verano y cerca de la vendimia, compartir con vosotros los cambios y el renacer que vive nuestra finca cada primavera.

Y, explicaros cómo, nuestro equipo de viña, trabaja cada día para acompañar la planta en su camino hasta obtener un fruto óptimo para conseguir el mejor espumoso posible que nos permite la añada.

Una añada que se nos presenta tranquila puesto que la planta se encuentra sana, con fuerza y energía y su crecimiento vegetativo es bueno.

Así pues, entre las tareas más importantes realizadas durante toda esta a primavera en la finca, encontramos:

La poda en verde, que empezamos justo pasado la Semana Santa, sacando rebrotes de madera vieja y que ahora, después de la floración, seguimos eliminando hojas adultas y nietos de la cepa para airear la uva y prevenir enfermedades fúngicas. ¡Quizás es la más entretenida de todas ellas, pero también la más gratificante!

La aplicación de los preparados biodinámicos también nos ocupa los meses de primavera. Aplicamos el preparado binodinámico 500 durante el mes de marzo para dar vida al suelo y el 501 de sílice, después de la brotación, este año a principios de mayo, aporta vitalidad y nos ayuda a obtener un buen crecimiento de la planta.

Durante la primavera también es el momento de hacer soldados, que consiste en ligar los sarmientos con más vigor arriba del todo de la planta para poderla ventilar. Su objetivo es conseguir más superficie foliar en contacto con la luz solar y airear la uva. Lo hacemos principalmente en nuestra parcela el Clos del Serral porque está orientada hacia el norte y tiene pocas horas de sol.

La colocación de los difusores de feromonas que sirven para la confusión sexual de la Lobesia Botrana y da soporte a la lucha biológica natural.

El campo y la viña no descansan, nos encontramos en plena floración y cuajado, dejaremos que la viña siga hablando y nos iremos adaptando a la añada, concepto clave en términos de meteorología.

Así, en las viñas de Raventós i Blanc se vuelve poco a poco a aquellas épocas en que toda la finca se trabajaba con 8 caballos. Con la ayuda de nuestros caballos, en primavera, controlamos las cubiertas vegetales, tumbando la hierba hacia las cepas, que aportará nutrientes a la tierra.

Nuestra filosofía es no seguir ninguna filosofía. Intentar conectar con la naturaleza que nos rodea, con la tierra que nutre nuestros viñedos, la climatología del momento, y tomar decisiones con el máximo respeto y pensando a largo plazo. Hacer lo que nos gusta, con rigor, y mucha pasión. Tener cuidado de todos los detalles. Escuchar y querer.

Un día en nuestra finca, en realidad, es como un viaje en el cual el destino es volver al origen. Os animamos, publicación tras publicación a acompañarnos en este, ¡nuestro viaje!

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