Mires por donde mires, la primavera ha llegado a nuestra granja familiar. Hace poco nos despedíamos del invierno estacional, aunque el frío ya nos dejó hace un tiempo atrás, y el verde va ganando lugar a medida que aumentan las horas de luz. El canto de los pájaros crece día a día y todos los animales se preparan para disfrutar de un nuevo espectáculo.
La tierra, los suelos, el campo. Todos están expectantes por el ciclo de la viña que acabamos de iniciar. Es como si quisieran recibirlo con sus mejores galas, rebosantes de vida y color. Todo sigue su tiempo y el cambio de estación vuelve a avivar nuestros sentidos.
Estos últimos días, hemos visto cómo, pegadas a la vid, las cubiertas vegetales nos cautivan con su rabaniza blanca y el amarillo de la mostaza. A su lado, nuestros caballos de tiro nos ayudan a mantener una buena estructura en los suelos para favorecer el desarrollo de las cepas.
Si nos acercamos a ellas, observamos ya las primeras hojas con diferentes tonos de verde y, en ocasiones, rojo, según la variedad de la uva. Un espectáculo cromático capaz de cautivar a cualquiera.
Y, para que todo siga su curso de manera óptima, nuestro equipo de viña lleva realizando algunos de los trabajos de biodinámica que requieren esta estación del año; como la aplicación del preparado 501 de sílice, que nos ayudará a aumentar la resistencia de las hojas a las enfermedades y potenciar su crecimiento vegetativo.
Mientras unos aplican los preparados biodinámicos, parte del equipo de viña dedica la mañana a realizar injertos. ¿Sabes qué son? Se trata de una técnica que nos permite garantizar el crecimiento de nuestras variedades locales.
Para ello, seleccionamos las mejores cepas de nuestra finca, cortamos sus sarmientos y los introducimos en un pequeño corte realizado en el pie americano. Luego, los atamos con fibras naturales y los cubrimos de tierra.
Con esto, tratamos de trasmitir la herencia genética de nuestros viñedos más especiales a estas nuevas plantaciones y evitamos enfermedades de la planta como la filoxera, ya que el pie americano, que es el que está en contacto con el suelo, es resistente al ataque de este insecto.
Algunas de nuestras viñas más viejas se apoyan en los llamados “palos tutores”. Ya en el 2012, nuestra parcela más emblemática, el Clos del Serral, fue cuidadosamente trabajada colocando estacas de madera para ayudar al apoyo de los viejos xarelos y favorecer la conducción de la vid en su renacer primaveral cada ciclo vitícola.
Igualmente, en 2021, se hizo lo mismo con la Vinya del Reguer; y, esta primavera, ha sido el turno de la Vinya del Coll, donde hemos colocado 4.000 palos tutores, uno en cada cepa de esta simbólica viña de nuestra finca. En este caso, la madera elegida ha sido la acacia: muy resistente y que no precisa de tratamiento alguno, garantizando una alta durabilidad.
El objetivo de los tutores es que sirvan de apoyo de la vid, además de evitar golpes de animales o roturas por su vejez; a la vez que nos ayudan a orientar sus sarmientos durante la primavera y así mantener sus racimos aireados.
En todas estas parcelas, podemos sorprendernos de las esculturas que estas viejas cepas dibujan en el paisaje; viñedos trabajados solo por el hombre y nuestros caballos de tiro; respirando paz, quietud, reposo. La naturaleza hace su curso. Sin maquinaria. Sin prisas.
Sin duda, son momentos de estar muy atentos para nuestros expertos en viticultura. Con el ciclo ya en marcha, toca estar muy cerca de la vid. Un buen trabajo a tiempo nos permitirá controlar cualquier circunstancia que pueda afectar la calidad de nuestros vinos.
Ejemplo de ello es que, debido a la falta de lluvia, hemos decidido adelantar la llegada de parte de nuestro equipo de Baena (Córdoba). Un total de 13 personas ya han empezado a ayudarnos con las tareas de poda en verde, que consiste en cortar aquellos brotes de la madera vieja para favorecer que toda la energía y el agua vayan a los brotes del borrón que dejamos en la poda de invierno, que es más fértil y nos sirve para dar estructura a la planta.
La naturaleza nos exige a cada momento. Debemos escucharla, sentirla, interpretarla. Solo así conseguiremos los mejores frutos de nuestro tesoro más preciado.
Ahora producimos unos vinos de calidad, de carácter único y con una personalidad propia.
Os invitamos a formar parte de un recorrido apasionante, entretenido, lleno de curiosidades, aventuras y momentos especiales que hoy protagoniza a 21 generación y que sueña con una denominación de origen: Conca del Riu Anoia.
¿Te animas a compartir con nosotros este viaje? Prometemos no defraudarte en el recorrido.
¡Bienvenidos!