Los días previos a la vendimia son dignos de la organización de una boda. Mirar y remirar el cielo, excitación general, nerviosismo latente en aumento a medida que se acerca el día de inicio. La tarea más importante de los días precedentes es acercarse a cada parcela para ver el grado de madurez de las diferentes variedades de uva y empezar con los primeros preparativos.
Todos estamos convencidos en respetar el ritmo de la uva, en esperar su hora. La fecha de inicio es fundamental para que la vendimia resulte exitosa y de calidad; el momento preciso de madurez, ni antes, ni después. Tanto es así que el viernes 17 de agosto cosechamos los primeros 2.000 kilos de macabeo de la Plana con el objetivo de hacer un pie de cuba para asegurarnos una mejor fermentación. El pistoletazo de salida, sin embargo, no fue hasta el lunes 20 de agosto. Hacía 5 años que no empezábamos a vendimiar tan tarde.
Este año es el año de la esperanza y el optimismo; y de una vendimia de cambios y de normalidad por lo que a las fechas se refiere. Hemos vuelto a las vendimias del pasado, aquellas que empezaban a finales de agosto, huyendo ya de la última: la más temprana de la historia.
Sin duda la vendimia es la actividad estrella de toda bodega. A primera hora, a las 7, todos los vendimiadores ya están a punto y haciendo filas en cada pasada de cepas para empezar. El trabajo está perfectamente repartido entre ellos, todo el equipo cosecha la uva y la van depositando cuidadosamente en cajas mientras un responsable rotatorio las va vaciando en el tractor una vez llenas. Todos forman parte de un engranaje perfectamente pensado. Miguel es tan rápido y eficaz que incluso tiene tiempo de ayudar a los compañeros cuando ha acabado su pasada. El tractorista se dirigirá inmediatamente hacia la bodega – situada justo en medio de la finca – una vez lleno el tractor.
Josep, en la báscula, medirá la calidad de la uva que traen los remolques y allí se decidirá a qué depósito irá cada una, separando siempre según parcela y variedad.
Mientras tanto, en el laboratorio, se hace el seguimiento de la maduración y analíticas y se sigue toda evolución. La bodega ya se ha empapado del olor a vendimia, el olor del mosto fermentando no nos deja nunca de sorprender.
El trasiego de estos días no es comparable a ninguna otra época del año pero tal y como Pepe siempre dice, “cuando se trabaja con ilusión, con convencimiento y en equipo todo es posible.”
Joan, responsable de viña y enólogo está muy contento por cómo ha ido todo el año vitícola; a pesar de que afirma que los años de lluvia son los que se tiene que trabajar más debido a las enfermedades fúngicas que pueden aparecer y, sobre todo, en biodinámica y trabajando con la filosofía del máximo respeto a la planta sin utilizar ningún producto químico. Cree que esta cosecha podría estar muy alineada a la de 2013, una de las mejores que recordamos de los últimos años, con acideces excepcionales.
Cada día es una nueva oportunidad para volver a empezar, para aprender y para disfrutar, todos, de aquello que más nos gusta. Un trabajo que sigue nuestra filosofía de no dejar nada al azar; dónde metodología, precisión y respeto por la naturaleza van cogidos de la mano para conseguir unos espumosos de larga crianza, donde clima, suelos y planta, son los principales protagonistas. Unos espumosos que hablen de los suelos, los más minerales del mundo.
La vendimia en el Clos del Serral
Siempre nos gusta – dentro de la aventura que la vendimia supone – destacar uno de los días más festivos en la finca, la vendimia en el Clos del Serral.
Este año, miércoles 5 de septiembre. Cómo siempre y siguiendo las buenas costumbres nos encontramos todos en la plaza haciendo un círculo a las 8 de la mañana muy puntuales. Los racimos frescos nos esperan voluptuosos bajo las hojas verdes. Es un placer tenerlos entre las manos, notar su peso durante el instante antes de dejarlos en los cubos con el máximo cuidado. En el viñedo hacemos una primera selección y de los cubos los pasamos en cajas de 15 kg, evitando que la uva se rompa y se oxide antes de llegar a bodega. Una vez llega al tractor, Pepe hace una segunda selección y, cuando la uva llega al garaje del Mas del Serral, realizamos una nueva selección manual de uva grano a grano con mucha concentración, cuidado y rigor.
Gracias a parcelas como el Clos descubres una manera muy peculiar de viajar entre viñas, de descubrir y conocer todos y cada uno de sus detalles; el sentimiento de arraigo al lugar de donde somos, del lugar de dónde venimos.
Es de hecho de esta pequeña y única parcela – con cepas plantados en 1954 y orientación norte – de la finca familiar, donde nace un vino espumoso excepcional, el vino que Pepe siempre ha soñado elaborar: Mas del Serral. Un vino que en la primera añada, la 2007, sólo embotellamos 2.735 botellas; para poder disfrutar de la añada 2018 habrá que esperar hasta 2028 debido a su reposo sobre lías de 100 meses.
De manera natural y, con el paso de los años, quizás empujados a profundizar en la relación con nuestro territorio, quizás por siempre estar intentando ir un paso más allá, hoy en día estamos aquí. Como si nada de lo que ha pasado durante 21 generaciones nos hubiera cambiado.
Viña y bodega están más conectados que nunca, todavía quedan días largos e intensos en la finca, todos ellos llenos de ilusión contagiosa. Los vinos de la añada 2018 serán, según los parámetros analíticos de los mostos y de los vinos recién fermentados, potentes y concentrados, muy expresivos. ¡Habrá que esperar!
Ahora producimos unos vinos de calidad, de carácter único y con una personalidad propia.
Os invitamos a formar parte de un recorrido apasionante, entretenido, lleno de curiosidades, aventuras y momentos especiales que hoy protagoniza a 21 generación y que sueña con una denominación de origen: Conca del Riu Anoia.
¿Te animas a compartir con nosotros este viaje? Prometemos no defraudarte en el recorrido.
¡Bienvenidos!